lunes, 24 de junio de 2013

Novela de Harry Styles y tu (TERMINADA)

                                                 

                                                                   
  [TERMINADA] Me mudé a Londres dejando a mi familia y mi novio en España para buscar trabajo. Sólo buscar trabajo. Lo que no sabría es que esa ciudad pondría a alguien en mi camino: Harry, Harry Styles

         

                                                                    CAPITULO 1
                                                     
-¡Mierda!- Exclamé mientras trataba de alcanzar aquel taxi que quedaba lejos de la calle.  
–¡Pare! Por favor, ¡pare! – El hombre debió de verme por el retrovisor.  El coche se desplazaba hacía atrás. Paró a mi lado. El hombre bajo la ventanilla.
 –Oh, gracias a dios. Pensé que nunca podría coger un taxi.
-¿Dónde quiere que la lleve? – El hombre ignoró mi breve confesión y me miró de arriba abajo extrañado.
-Tome. –Le entregué un papel donde ponía la dirección de la que sería mi futura casa durante un tiempo.
-Monte. – Dijo devolviéndome el papel.
-Gracias, gracias. –Dije con un tono aliviador. Dejé las maletas en el maletero y monté en aquel taxi típico de Londres. El hombre no me miraba. Era un hombre aparentemente de unos 40 años, con alguna que otra cana y no exactamente delgado.

Mientras conducía entre las calles de Londres, yo estaba sorprendida. A mis 20 años acababa de salir de casa de mis padres y empezaba una nueva vida. Una nueva etapa. Jamás pensé que daría este paso, pues siempre he sido muy cercana a mi familia y el independizarme me ha dado pánico siempre.  Si me llegan a decir esto tres años atrás, no me lo creería, y menos cambiando de país.

-Ya estamos. –Dijo el taxista, borde, seco. Al fin y al cabo, lo único que debía hacer es llevarme a mi destino, no ser amable.
-Gracias. – Dije yo con una sonrisa en la boca.
-No. – Dijo el taxista. –Gracias no. Son 20 £
-Disculpe… Vengo de España, todo lo que tengo son euros. –Dije yo apenada. No me había acordado del dinero. En absoluto.
-Debe pagarme. –Dijo el taxista apretando un botón. Era el botón que activaba la seguridad de las puertas, con lo cual, no podía salir.
-Está bien. Tome. No sé muy buen cuantas libras son, pero espero que pueda cambiarlas. – Dije sacando un billete de mi monedero. El hombre los aceptó. Me lanzó una mirada de rencor y desactivó aquel botón. 

Ni siquiera me ayudó con las maletas.
Bajé mis dos grandes maletas. No quería traerme muchas cosas, pero era inevitable no traerse recuerdos de España, donde había dejado a toda mi familia. Estaba rodeada de mis maletas, con mi bolso enorme que llevaba. Las gafas de sol se resbalaban por mi cara. La gente me miraba extrañada,  y yo, en busca de el papel que le di al taxista para que me trajese a mi destino. ¿Dónde lo habría metido?

-Disculpa, ¿quieres que te ayude? – El acento inglés de aquel chico me llamó la atención.
-Oh, gracias. –Dije mirándole. Era un chico moreno, con una mecha rubia en medio de aquel tupé perfectamente peinado. Ojos color miel y piel fantásticamente morena. Un poco más alto que yo. Vestía elegante con una chaqueta de cuero y unos pantalones apretados. –Pensaba que nadie en esta ciudad se atrevería a preguntármelo. – Solté. Él sonrió y cogió una de mis maletas.
-¿Dónde las llevo? – Me preguntó.
-Eso es lo que estaba intentando averiguar. – Dije yo sonrojada.
-¿No eres de aquí? – Preguntó extrañado.
-No. Soy de España. Vine aquí para encontrar algo de trabajo. –Dije rebuscando entre el fondo de mis bolsillos, en busca de aquella nota donde ponía el lugar al que llamaría casa.
-Claro. Tienes acento. –Dijo sonriente.
-¡Aquí esta! – Exclamé mirando la arrugada hoja.
-Bien. Pues vayamos. –Flexionó las piernas y cogió las dos maletas. Yo mientras, echaba un vistazo a aquella fantástica calle, en busca de mi residencia.
-Soy Zayn. – Dijo sacando tema de conversación.
-Encantada. Yo soy _____. –Él me miró extrañado. Yo no le di mucha importancia, ya que ahora saber lo que él pensaba de mí era el menor de mis problemas.
-Este es. – Dije con alivio.
-¿Estarás sola? –Dijo soltando las maletas y mirando sus manos. Las tenía rojas.
-Supongo. –Dije encogiéndome de hombros.
-¿Tienes llave? – Preguntó curioso.
-Debo pedírselas al portero.
-Está bien.  ¿Te acompaño a subir?
-No, gracias. Está bien. –Dije enviándole una sonrisa.
-Bien. Pues, nada. Ya hablamos. – Dijo guiñándome un ojo.
-Claro. – Dije sonriéndole.

Entré en aquel portal y observé todo mi alrededor.

-¿Buscas algo? – Me preguntó un hombre con una ropa de oficio. Él debía de ser  el portero.
-¿Usted es el portero del edificio?
-Así es. Usted debe de ser la señorita ____ me avisaron que llegaría al medio día.
-Sí, soy yo.
-Pues tenga, su llave. Suba por el ascensor, hasta el tercer piso con esas maletas cansaría.
-Gracias. –Dije sonriéndole. Pulsé el botón de ese ascensor y monté junto con mis dos maletas. No paraba de mirar la pequeña pantalla que indicaba el piso por el que iba. Aquel ascensor sonaba horroroso, a antiguo.

Miré de nuevo el papel y observé las puertas que rodeaban aquel rellano. Allí estaba mi puerta. Encajé la llave y la giré. La casa era preciosa, grande. Ya estaba amueblada. Con muy buen gusto, por cierto. Los sillones eran preciosos, y tenía una televisión colgando de la pared. Muchísimos cuadros adornaban aquellas paredes tan amplías.

Caminaba a través del pasillo en busca de las habitaciones. La mayoría de las puertas estaban cerradas. La mayoría menos la del fondo. Entré decidida y aparqué mis maletas en la esquina de la habitación. Era grande. Tenía un armario que ocupaba toda una pared, una cama al lado de la ventana y un escritorio donde podría colocar mi ordenador  y recuerdos que traje conmigo. Después de medio colocar todo, decidí echar un vistazo al resto de la casa.
Empecé por el baño. Igualmente era grande. En él había una ducha junto al lavabo. Un espejo que adornaba la pared, y de nuevo, cuadros.
Al salir decidí abrir la puerta que estaba en frente del baño. Eché un vistazo a la derecha, otro vistazo a la izquierda y… ¡¿PERO QUÉ!?

Me choqué con algo que parecía ser la espalda de otra persona.  Y así era. Me giré y era un… chico. O más bien, ¿un ángel? Era alto un poco más alto que yo, tenía el pelo medianamente largo y rizado. Perfectamente alborotado. Sus ojos eran verdes y expresivos y su piel delicadamente blanca. Sus labios eran rosados y adornaban la cara perfecta que ya de por sí, ese chico tenía. Iba con unos pantalones de el chándal y sin ningún tipo de prenda que le tapase de cintura para arriba.

                                                            CAPITULO 2


-¿Quién eres tú? – Dije al borde de un estado de pánico. No hacía nada mas que mirar su perfecto torso.
-¿Y tú? – Preguntó él soltando una sonrisa. Esa sonrisa era jodidamente preciosa. ¿De dónde había salido ese chico?
-Pregunté yo primero. –Dije totalmente seria, aún el asombro seguramente seguiría reflejado en mis ojos.
-Soy Harry. – Dijo el ensanchándome la mano.
-¿Y qué haces aquí? ¿En mi apartamento? – Dije mirándole la mano. Yo no se la ensanché.
-Este apartamento también es mío. Vivo aquí. – Dijo guardándose la mano, viendo que yo no la pensaba ensanchar.
-Me dijeron que no viviría nadie.
-Pues ya ves, te mintieron. Por cierto, ¿de dónde eres? Tu acento me dice que no eres de Londres. – Dijo tomando una camiseta. –Disculpa.
-Soy de España. – Dije observando como se colocaba la camiseta.
-Perfecto.  – Dijo acercándose a mi. Acto seguido me dio dos besos. Yo no moví la cabeza. Aún estaba en pleno asombro. – Voy a la cocina. ¿Quieres algo de beber?
-Pero, pero, pero. ¿Y te quedas tan normal? Soy una desconocida, que se ha metido en tu casa. ¿No te preocupa? – Dije yo persiguiéndole hasta la cocina, que a su vez, ésta, estaba dentro de el salón.
-Para nada. Pareces inofensiva. – Dijo mientras sacaba una lata de refresco del frigorífico.
-¿Y si no lo soy? – Dije haciendo muecas con las manos, aún más desesperada por su respuesta
-Tendré que echarte de esta casa. – Dijo sonriendo. Parecía que ese chico tenía respuestas para todo. – Ahora si me disculpas, voy a la ducha – Dijo dándole un largo trago al refresco. Ese chico iba desapareciendo a lo largo del pasillo hasta que se metió en el baño.
¿Dónde me había metido? ¿Iba a estar todo este tiempo viviendo con ese tal Harry? Ni siquiera sabía quién era él. Ni él sabía quien era yo. ¿Por qué narices estaba tan tranquilo? ¿Quién no le dice a ese chico que yo vendría a robarle? Su extrema tranquilidad me desquició hasta el extremo de no saber si había hecho bien en venir a Londres a encontrar trabajo, pero me paré a pensar intentando tranquilizarme y recapacité. Debía quedarme aquí al menos un par de meses. Mis padres se gastaron mucho dinero en este viaje, y en este apartamento.

Fui hacia mi cuarto. Sería lo mejor. Acomodar mis cosas para hacerme a la idea de que esta sería mi nueva vida. Deshice mis maletas, colocando la ropa en ese gran armario, el cual quedó medio vacío aún con toda mi ropa dentro. Me senté en la cama y saqué una de las fotos que me traje de España, junto a la lista de cosas por hacer que había escrito antes  de venir a Londres. La foto era importante para mi. La de mi novio Liam.

-¿Quieres algo de comer? Esta tarde tengo que salir y no podré preparar nada. – Dijo aquel chico, Harry. Se quedó apoyado en la puerta mientras esperaba que yo le dedicase una simple mirada. Intenté mirarle firme, pero me fue imposible, su forma corporal era tan elegante, que me volví a perder en sus curvas. Su pelo mojado pero aún así perfectamente ondulado.
-No..o…  Gracias. – Dije yo tartamudeando.
-¿Estás bien? – Preguntó el sonriendo.
-Perfectamente, gracias.- Recuperé la compostura.
-Bien. Si quieres algo hay comida en el frigorífico.
-Gracias. – Dije estirando algo mis labios.

Cerró la puerta de mi cuarto, y mi mirada volvió hacía la foto. ¿Cómo podría estar tanto tiempo sin verle? En ese año que llevábamos de relación no nos separamos más de una semana, y nos costó una barbaridad.
Mi estómago empezaba a rugir. Pensé que la idea que me había dado aquel chico de comer algo sería buena. Abrí la puerta y mi mirada fue directamente a él. Estaba apoyado en la barra de la cocina, comiendo un trozo de pizza, con el refresco que había abierto antes y mirando el partido de fútbol que había puesto en la televisión.

-Al final te decidiste por comer algo. –Me dijo mirándome. Sinceramente, no escuché del todo esa pregunta, pues su sonrisa mientras vocalizaba esas palabras, me hipnotizó.
-S..i…- Tartamudeé.  
-¿Puedo hacerte una pregunta? – Me dijo mientras soltaba el trozo de pizza en el plato.
-Puedes. – Temía que me preguntase cualquier cosa personal. Me daría apuro no poderle contestar ni contar nada sobre mi vida, pero no era lo suficientemente conocido para contarle mis cosas.
-¿Cómo te llamas? – Rió. Yo reí junto a él. Mi risa fue más bien de alivio.
-Me llamo _____ .
-Nombre español, sí. – Aquel chico al cual acababa de conocer me resultó simpático. El vivir con un chico sería divertido, aprendería cosas nuevas, y viviría una nueva experiencia.
-Sí.- Los dos reímos.
-¿Cómo es que viniste aquí a Londres? Seguro que te fue difícil dejar todo allí. – Preguntó mientras masticaba aquella pizza.
-Sí, lo es. – Yo intentaba contestarle mientras que luchaba contra la pizza para cortar un cacho. –No me ha resultado fácil dejar allí a toda mi familia.
-Entiendo. – Dijo levantándose. – ¿Me dejas? – El me retiró y cortó rápidamente el cacho de pizza con el que yo llevaba peleando un buen rato. Le miré y le sonreí en forma de agradecimiento.  –Tu inglés es bastante bueno.
-Sí. Llevo desde los 10 años en una academia. Mis padres siempre querían que manejase este idioma. –Informé.
-¿Cuántos años tienes?
-20. ¿Y tú?
-Yo tengo 22.

Su magnífica manera de vocalizar. Su habla tan lenta. Ese chico era tan atractivo que me costaba creer que de verdad lo tuviese delante de mi.

-Y bueno, ¿vivimos con alguien más? – Pregunté. En aquel momento mi mente rezaba porque el dijese que no, sin razón alguna, necesitaba que el pronunciase ese monosílabo de negación.
-No.- Mi cara hizo un gesto de alivio.
-¿Y esas habitaciones siempre están vacías?
-Esas habitaciones solo están para los invitados. Ya me entiendes. – Esa frase me hizo entender que él era un mujeriego.
-Entiendo. –Reí.
-Y bueno, ¿tienes algo en España? ¿Alguna pareja? – Mi cara cambió completamente. Ahí empezaban las preguntas personales que temía que llegasen.
-NO. –Contesté decidida. Pero, ¿Qué había hecho?  ¿Por qué no le dije a mi compañero de piso y único amigo de ahí en esos momentos que tenía una pareja?
-Que raro. – Dijo él.
-Me… ¿me permites? Necesito ir al baño. – Intenté salir de aquel incomodo momento.

Entré en el baño y me miré en ese inmenso espejo. La luz que entraba por esa ventana iluminaba lo suficiente para que mis ojos cansados  se viesen a la perfección sin ayuda de luz artificial. Seguía sin poder explicarme porque no había contestado un simple  ‘sí’ a aquella pregunta que mi compañero de piso me lanzó. ¿Acaso me avergonzaba? ¿Acaso no llevaba tiempo con Liam para darme cuenta de que tenía novio? Ninguna de esas dos preguntas eran la razón por la que había negado semejante información. Quizá el saber que después de esa pregunta irían millones de preguntas más personales me agobió y contesté sin pensar. Seguro sería eso. Tenía que aclararle que tenía novio. No quería que me tomase como una mentirosa. Abrí la puerta 
y fui hacía el salón.

-Harry, la verdad… -Me quedé a mitad de la frase.  Alguien acompañaba a Harry.
-Dime. –Dijo él.
-No… nada…




                                                                                      CAPITULO 3

Harry estaba acompañado de una chica rubia, de ojos azules, piel blanca y perfectamente estirada. Delgada y alta.  ¿Por qué me afectó tanto que ese chico estuviese con una chica? ¿Por qué me impresionó? Ni siquiera entendía por qué me había echado para atrás.

-Esta es Perrie. – Dijo acercándose a mi y presentándome a aquella chica de nombre inglés.
-Encantada. – Dije sonriéndola. –Yo soy _____- Ella me sonrió y me dio dos besos.
-¿Vamos a tomar algo? Así os conocéis más. Perrie estará mucho aquí. –Esa frase dicha por Harry me aclaró que sería su novia o parecido a eso.
-No. No gracias. Id vosotros. Me quedaré acomodando mis cosas. Aún no tengo todo colocado. – Negué con las manos y a la vez, con la cabeza
-Está bien. – Dijo él. Cogió su chaqueta y abrió la puerta dejando pasar a aquella chica tan guapa primero.

La gran casa se quedó en silencio. Eran apenas las 4 de la tarde y yo no tenía nada que hacer. Ya había acomodado mis cosas.  Así que, di una vuelta por las habitaciones que me quedaban por conocer. Todas eran grandes y tenían la misma distribución. Algo me llamó, quizá la curiosidad,  para que volviese a entrar a la habitación que pertenecía a Harry, así que, así lo hice. Abrí la puerta y me rodeó una fragancia que olía a él. Debería de haberse echado colonia pocos minutos antes y el olor aún permanecía. Observé mi alrededor y vi la estantería que estaba llena de fotografías. Tenía pinta de que esa chica, Perrie, sería su novia. Tenía muchísimas fotos con ella. Seguí mirando fotografías y de repente me encontré una preciosa.
                          
  

La cogí.

-Que monada… - Exclamé en alto.
-¿A que sí? – Una voz masculina y de nuevo angelical, la cual me resultaba familiar, había sonado detrás de mi. Me giré. Era Harry.
-Yo… yo... lo siento… -Dije colorada. No sabía donde meterme. Quizá a él no le gustaba que mirase sus cosas.
-¿Por qué lo sientes? No te preocupes, puedes mirar todo lo que quieras. –Dijo rebuscando en un bolsillo de una chaqueta gris que tenía encima de la silla del escritorio.
-No, yo, de veras que lo siento… me vas a llamar cotilla…
- Puedes mirar todo lo que quieras, de verdad. No tengo nada que tenga que ocultar. – Dijo levantando su cartera e indicándome que era eso a lo que venía. –Hasta luego.

Desapareció de nuevo. La casa volvía a estar sola, y yo no sabía qué hacer. Buscar algún trabajo estaría bien. Me vestí , me preparé y me fui.  El frío estaba dando sus primeras señales. El otoño acababa de entrar y las hojas de los árboles adornaban aquellas calles de Londres. Caminaba sin rumbo. No sabía donde iba a buscar trabajo, si ni siquiera conocía dónde podía buscarlos. Mientras, pensaba en todo lo que había pasado con Harry. Él tenía una extraña confianza en mi nada más verme. ¿Por qué? Apenas sabía como me llamaba.

-Tú de nuevo. – Me giré. Aquel chico de la mecha rubia se había interpuesto de nuevo en mi camino.
-Hola.- Le lancé una sonrisa.
-¿Dónde vas? Pronto anochecerá.
-La verdad, voy sin rumbo. Iba en busca de trabajo, pero creo que no tengo la información suficiente para hacerlo. –Dije soltando una carcajada.
-¿De qué buscas trabajo?
-Estudié periodismo pero con algo más sencillo para ganar algo de dinero por el momento, me bastará. 
-Seguro que tendrás mucha suerte. Pero, lamento decirte que ahora es tarde además, será mejor que busques algo de información por internet primero.
-Sí. Tienes razón.
-Ten. –Dijo sacando un pequeño folio. – Te dejo mi número de móvil. Si encuentras  y te interesa, yo te puedo acompañar, así será más fácil para ti.
-Oh, que amable eres. – La gente de allí parecía muy sociable. Ese chico parecía tan dedicado.
-Gracias. Llámame cuando quieras. – Dijo – Hasta pronto.

Su idea de darme media vuelta y regresar al apartamento era demasiado acertada. Pero antes, necesitaba buscar una cabina roja, de esas típicas de Londres. Necesitaba hablar con mis padres, y con Liam. A lo lejos vi una. Pero, ¿de qué me servía? Mis monedas aún eran euros.
Así que, volví a mi apartamento. Cogí mi móvil y tecleé el número de Liam. Sería una llamada costosa, pero necesitaba escuchar su voz.

-Cariño! – Exclamó él.
-¡Que ganas de escuchar tu voz! – Dije yo emocionada.
-¿Qué tal? ¿Has llegado bien? ¿Te gusta Londres?  - Él preguntaba cosas entusiasmado. Tenía más ganas que yo de que pisase ese país.
-Sí, estoy bien. Londres es precioso. Estoy contenta.
-¡Perfecto! Quiero ir a verte. Espero no tardar mucho.

De alguna manera, él fue quien me convenció para que viniese a estudiar a Londres, viajó cuando era más pequeño y se enamoró de esta ciudad.

-Claro!
-Y bueno, ¿vives sola? – El tiempo se pausó en mi cabeza. Aquella pregunta rebotaba una y otra vez en las paredes de mi cerebro.
-Sí. – De nuevo soltaba una mentira. ¿Por qué? Lo dije sin querer. No quería decirle eso a Liam. No quería mentirle.
-Genial. Entonces cuando vaya no tendré que buscar un hotel.

Las llaves encajaron en la puerta. Debería de ser Harry.

-Liam, mañana hablamos, te quiero. – Colgué inmediatamente. No le dejé ni decir palabra.
-¡Ya estoy aquí! – Gritó Harry desabrochándose la chaqueta . Dejó las llaves en una especie de cenicero que estaba colocado en una mesa del recibidor.
-Hola. –Dije mirando detrás de él. Quería asegurarme que esta vez vendría solo. Y así fue. Venía sin acompañante.
-¿No has salido? – Preguntó Harry.
-Salí, pero no mucho.
-No conocerás mucho esto.
-No lo conozco nada.
-Pues – Dijo abrochándose de nuevo la chaqueta. – Vamos. – Me cogió el brazo y tiró de mi.
-¿Dónde?
-Vamos a dar una vuelta por las calles de Londres.
-¿Estás loco? ¿Ahora?
-Claro. Atardeciendo es cuando más bonito está.


9 comentarios:

  1. Holaaa:) porque no la sigues? Esta superbien, a mi me ha encantado xD besooooos<33

    ResponderEliminar
  2. La podrías terminar, a mi me encantó, eres buena escribiendo <3

    ResponderEliminar
  3. La mejor novela que he leido hasta ahora pero que pasa? No la sigues.. hoy no es mi dia de suerte :( por favor siguelaaa!

    ResponderEliminar
  4. Por fiiin que me re enganche en una novela, no la siguen D: Es Geeeenial m re atrapó

    ResponderEliminar
  5. Oración del amor
    Lee atentamente esta oración y haz lo que te dice sin ignorar los pasos que te pide seguir, porque si no solo obtendrás los resultados contrarios de lo que pidas . Piensa en la persona con la que quieres estar y di su nombre para ti 3 veces. Piensa en lo que quieres que ocurra con esta persona en la siguiente semana y repítelo para ti 6 veces. Ahora piensa en lo que quieres con esa persona y dilo una vez. y ahora di.. Rayo de luz yo te invoco para que desentierres a -nombre de la persona- de donde este o con quien este y le hagas llamarme hoy mismo enamorado y arrepentido. Desentierra todo lo que esta impidiendo que -su nombre- venga a mi -nuestro nombre-. Aparta a todos los que contribuyan a que nos apartemos y que el no piense mas en otras mujeres que solo piense en mi -nuestro nombre- Que el me llame y me ame. gracias, gracias por tu misterioso poder que siempre cumple con lo que se le pide. Luego tienes que publicar la oración tres veces, en tres sitios diferentes. con mucha fe y de ante mano agradezco por tu misteriosa ayuda

    ResponderEliminar